Llevo tiempo queriendo dedicar un post a la lana natural y a explicar porqué yo no tejo otro hilado que no sea natural y ya ha llegado su momento.
Antes de nada quiero comentar que no soy experta en medio ambiente, tampoco soy experta en fibras naturales… aunque cada vez voy teniendo más conocimiento ya que la lana ocupa ahora gran parte de mi tiempo, no me considero experta lo que me produce cierto pudor a la hora de escribir sobre este tema, por lo que me gusta aclarar este asunto: el contenido de este post no pretende ser un alegato científico y probado de los valores de la lana natural (aunque no puedo dejar de recomendar a tod@s mis lectores una visita por la web oficial de la
campaña por la lana en la que encontrarán argumentos sobrados y probados de sus ventajas). Este post es más bien una declaración personal y totalmente subjetiva de porqué yo amo la lana y las fibras naturales y, en general, descarto las fibras artificiales y sintéticas.
Desde pequeña he rechazado todos los tejidos que “picaban”, era una auténtica pesadilla para mi madre :(… casualmente, he descubierto que lo que a mí me pica y me ha picado siempre, es la fibra artificial y sintética… bueno, debo reconocer que si me dan a elegir entre tipos de lanas, yo siempre escogeré un merino, baby alpaca, cashmere, baby camel… y si está combinado con seda… ufff… a lo que iba; es cierto que hoy día hay muchísima fibra artificial que es muy suave al tacto y que, en principio, no pica nada de nada, pero es que, en cuestión de picores, a mí no sólo me afecta el tacto, también la calidad, la capacidad de transpirar del tejido; yo, si me pongo algo que no transpire, empiezo a sudar, a rascarme y a sentirme muuy incómoda, así es que lo tengo claro: prefiero un jersey de lana natural, o de algodón 100%, bamboo, lino, seda… vamos de fibras naturales, suaves y transpirables, que cinco de fibras artificiales no transpirables y que me resultan sumamente incómodos, aunque parezcan suaves y calentitos…
En segundo lugar, soy amante de los animales, me gustan todos y me chifla ver los campos de nuestra tierra llenos de ovejas pastando. Pero además, me encanta pensar que esas ovejas producen una leche maravillosa con la que hacemos quesos maravillosos y una lana maravillosa que me permiten tejer prendas también maravillosas… soy poco carnívora por lo que jamás pienso en la carne que puedan producir : /. Y es que soy una romántica y esta es otra razón por la que no lo dudo: prefiero la imagen de un monte lleno de ovejas pastando, a una de una fábrica de celulosa echando humo pestilente (de la celulosa es de donde proceden la mayoría de las fibras artificiales).
Y continuando con mi romanticismo y como ya he mencionado en otro de mis post, me gusta vivir de forma lenta, disfrutando de lo que la naturaleza nos ofrece: de una bonita luz, de un bonito paisaje, de una buena conversación, buena compañía, en fin soy amante de la tierra, me considero hija suya y creo que nada hay mejor y más perfecto que lo que sale de ella, de la naturaleza, donde los mecanismos de adaptación, perfeccionamiento y crecimiento son tan perfectos… entonces ¿para qué usar imitaciones imperfectas y agresivas contra el medio ambiente teniendo esa fuente de riqueza natural tan perfecta?
Por supuesto he dejado para el final la cuestión relacionada con el “tejer”… toda tejedora sabe cuál es la diferencia entre tejer un hilo natural y tejer un hilo sintético o artificial… qué puedo decir?, es cierto y much@s me dirán que las lanas artificiales son más baratas, cierto: para el bolsillo de cada un@ es más barato y, cuando la cosa económica está como está ahora, yo no me atrevo ni a hablar… sin embargo, a este respecto, sólo reflexionar sobre una cuestión: la lana natural es muchísimo más duradera que la artificial, una prenda tejida con lana natural dura toda la vida ¿quién no tiene ese jersey que le tejió su abuela y que aún esta como nuevo? la moda y su constante exigencia de renovación juega en contra, pero yo, siendo una enamorada de la moda, la originaria, esa que se ocupa de embellecer a la vez que abrigar o proteger nuestros cuerpos, también lo tengo claro: prefiero una sola prenda en mi armario que tenga un cuidado diseño, una materia prima de calidad y, a ser posible, hecha por mí o por alguien que pensó en mi mientras la hacía, que diez distintas, hecha con tejidos de mala calidad que se deforman rápidamente con sólo usarlas y cuyo precio no deja de sorprenderme, e incluso inquietarme, por ser tan bajo…
En fin, pues es evidente que yo lo tengo claro, pero ojo! es sólo mi visión, mi opinión y mi opción, por supuesto respeto absolutamente otras opciones y otras opiniones 🙂
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Si te gusta la lámina la puedes encontrar aquí |
Feliz mes de marzo: llega la primavera!!
Totalmente de acuerdo con tu post de hoy; podría suscribir, punto por punto, todo lo que has escrito acerca de las ventajas de las fibras naturales frente a las artificiales. Pero, por desgracia, el factor económico juega muchas veces a favor de éstas en detrimento de aquéllas.
Sí Rosa, es cierto… lo barato para nuestros bolsillos suele ser siempre más caro para el medio ambiente y viceversa 🙁
Feliz Semana!